“El coronavirus resultó ser más letal que el mismo volcán Tungurahua”, así comparó Diana Paredes, textilera de blue jeans del sector ‘El Tambo’ de Pelileo.
Aseguró que en los 18 años de actividad que vivieron del coloso no perdieron tanto como en estos 70 días de confinamiento por la emergencia sanitaria. “El virus nos ha quebrado y también nos obliga a reiventarnos”, añadió la mujer que también ayudó a confeccionar mascarillas para distribuirlas al personal médico en diferentes casas de salud del país cuando apenas empezaron los primeros contagios del brote de la pandemia en el país.
Iván Montaguano, presidente de la Asociación de Sastres, Modistas y Afines Unión y Progreso’, lo refleja en cifras y dijo que en estos tres meses, aproximadamente de confinamiento, han dejado de distribuir alrededor de 2 millones de prendas al país.
En Pelileo existen alrededor de 1.800 productores textileros y el principal mercado era Guayaquil y otras ciudades de la Costa y cada mes entregaban al menos 500 mil prendas, aseguró el dirigente.
Sin ser pesismista, pero sí realista, dijo que es posible que este sector empiece a reactivarse el próximo año. “Ahora las prioridades serán salud y alimentación. Lo más preocupante es lo que se viene al futuro. Vamos a tener las bodegas llenas y cuentas por cobrar y pagar. En los últimos años se producían prendas en volúmenes exorbitantes e incluso abaratando costos. Ahora las deudas son grandes y el virus a todos nos tomó desprevenidos”, sostuvo el dirigente textilero.
Ahora esperan que el Gobierno también preste ayuda al sextor textilero. Ramiro Condo, estima que solo él ha perdido cerca de 30 mil dólares. Lamenta que muchas otras familias que dependen de manera indirecta, como son los encargados de maquilar, se hayan quedado sin trabajo.
A finales de abril algunas fábricas y talleres comenzaron a cambiar los ‘yines’ por los trajes de bioseguridad y con ‘eso sacar aunque sea para comer’, añadió Condo.
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