Cuando ganó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima, en el 2019, Neisi Dajomes vivía un duelo: su madre había fallecido dos meses antes de la competencia realizada en julio. La campeona dice que su madre la acompañó en la plataforma, que le susurró al oído palabras de motivación y que le guió a la victoria.
El año pasado, Neisi perdió a su hermano Javier, quien fue su inspiración y quien le motivó a practicar halterofilia en Pastaza. Él comenzó a entrenarse con Walter Llerena y después impulsó a sus hermanas a seguirlo.
Dajomes se ha repuesto a golpes duros en la vida . Ha prevalecido y se ha impuesto con fuerza. Cuando era niña, según recuerdan sus entrenadores Llerena y Mayra Hoyos, estuvo a punto de dejar las pesas, pues pensaba que su cuerpo femenino se iba a moldear como el de un hombre.
Su madre no tenía recursos para mantenerla y decidió confiar en una propuesta que le hizo Llerena para cuidar de ella y sus hermanos. Neisi, Javier y Angie fueron a vivir en la casa de su entrenador, quien se encargó de su educación y formación deportiva.
Dajomes comenzó a practicar a los 11 años con un palo de escoba y luego, a los 13 tuvo su primera competencia. Hoy tiene 23 años y múltiples coronas: la última, la olímpica, la catapulta al Olimpo, un espacio privilegiado para pocos.
Pero la vida es sufrimiento y esfuerzo. Antes de ir a Tokio, mientras salía de España, en donde el equipo ecuatoriano hizo base, Neisi registró un falso positivo para covid 19 . Estuvo aislada y en la espera perdió dos kilos, que luego recuperó. Entró a Tokio, luego de la ceremonia de Apertura de los Juegos, en donde iba a ser la abanderada. Su vida está marcada por el sacrificio, por el esfuerzo. Ya tiene recompensas.
EL COMERCIO
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