Cebolla blanca, zanahoria, col,
lechuga y otros vegetales crecen en los huertos de 1 000 familias de
30 comunidades de Tungurahua y Chimborazo. Ellos son parte de una estrategia
que busca erradicar la desnutrición infantil en la Sierra
centro.
El proyecto es financiado por las prefecturas, la empresa
privada y técnicos agrícolas. También hay médicos y nutricionistas del Ministerio
de Salud Pública (MSP). Saida Haig, viceprefecta de Tungurahua, dice
que esa iniciativa mejoró la alimentación diaria de las
familias con verduras y proteínas vegetales en su dieta.
Los principales favorecidos son los niños de entre 0 y 2 años
de edad, que fueron afectados por la desnutrición crónica y aguda. También
recibieron gallinas de postura para contar con un huevo diario para
su alimentación. Estas iniciativas se aplican luego de que se conociera un
estudio del MSP y que recibe un seguimiento de las prefecturas locales.
Este detalla que la desnutrición infantil en Tungurahua alcanza
al 41% de la población de 0 a 2 años de las comunidades de
Pelileo, Píllaro, Ambato, Tisaleo y Quero. Mientras que hay una prevalencia
del 27,4% en los cantones de Riobamba, Guamote, Alausí, Colta
y Guano, en Chimborazo.
La estrategia
En Tungurahua, 300 niños de
Pilahuín, Pasa, Quisapincha y Santa Rosa, en Ambato, viven en la zona
más afectada por la desnutrición. Frente a esto, las poblaciones de
San Andrés (Píllaro), Salasaka (Pelileo) y El Rosario (Tisaleo) participan en
un plan de la Dirección de Producción de la Prefectura.
Los técnicos
distribuyeron a cada familia cinco gallinas de postura y enseñan cómo
cultivar hortalizas en los terrenos.
Por su parte, las nutricionistas del MSP les capacitan en la preparación
de recetas nutritivas y de papillas para alimentar a los niños.
En la comunidad de Bellavista Alto, de la parroquia Santa Rosa, del
cantón Ambato, está la vivienda de Nelly Poaquiza, de 25 años.
Sus dos hijos gemelos de un año y
ocho meses dejaron de crecer por la desnutrición crónica.
Apenas tienen de estatura 67 centímetros, cuando deberían estar en 75
centímetros de alto. El médico rural Cristian López, que trabaja en el Centro
de Salud de Santa Rosa, acude cada semana para revisar a los menores.
El trabajo en las chacras y en las
cocinas se complementa con esta atención médica en la que se
prioriza la entrega de suplementos vitamínicos a los menores. “La situación es
complicada debido a la pobreza que viven las familias; en su mayoría no
tiene un trabajo”, explica el galeno.
Poaquiza sonríe y muestra con cierto
orgullo lo bien cuidadas que están las 10 gallinas que cría en un estrecho
gallinero y el huerto. Lamenta que su esposo, de profesión albañil,
no ha dejado de trabajar un solo día en la última semana. Le ayuda en la elaboración
de guaipe que lo comercializa en las mecánicas y ferreterías.
“Apenas nos ganamos USD 15 a la
semana y eso no alcanza para alimentar a la familia”, se
queja. Pero no es el único caso. A tres kilómetros de Bellavista está la comuna
El Rosario, donde se levanta la casa de Blanca Chimborazo, de 22 años. También
tiene hijos gemelos de un año ocho meses.
Uno de sus pequeños sufre de
desnutrición crónica y por eso fue hospitalizado, pero está
mejorando con la ayuda médica y con la dieta mejorada con legumbres, hortalizas
y los huevos. Mayra Caguana, nutricionista, explica que con los datos que posee
el MSP se detectó a los niños de bajo peso y talla baja de seis meses a dos
años, para que ingresen al plan piloto de la Prefectura. En
total participan 47 niños.
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