SARS-CoV-2 es el nombre de este patógeno. Pertenece a la familia de los
coronavirus, que provocan enfermedades en humanos y animales. En las personas
causa infecciones que van desde un resfriado común hasta síndromes
respiratorios graves, como el de Oriente Medio o MERS, el agudo o SARS y el
covid-19.
“Se conocen como enfermedades zoonóticas, es decir, se contagian de animales a
humanos. En el covid-19, la transmisión fue desde el murciélago”, explica Paúl
Cárdenas, docente de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
A través de su Instituto de Microbiología han investigado el comportamiento del
virus y su procedencia. Para ello han trabajado en su secuenciación, es decir,
en su huella.
“Se utiliza una tecnología para identificar su ADN -esto quiere decir la
sucesión de letras o códigos que conforman su identidad-. En total, cuenta con
30 000 letras; a diferencia de otros que tienen 1 300. Es un análisis muy
similar al de las pruebas de paternidad”.
Hasta el momento, el equipo ha secuenciado 75 muestras de infectados en 19 de
las 24 provincias. De estas se concluyó que hay 24 variantes o mutaciones.
Están agrupadas en 14 linajes o familias diferentes.
Lo más difícil -según los investigadores- es conseguir muestras con la
suficiente cantidad de virus. “Deben tener una carga viral alta, para armar
este rompecabezas (secuenciación)”. Los costos son otro limitante, en las 75
muestras han invertido USD 40 000.
“La mayoría es muy contagiosa, pero su agresividad es baja. Muchas vinieron
desde Europa. Las variantes más comunes están en Quito, Guayaquil y Babahoyo”.
Ximena Garzón, coordinadora de Docencia del Hospital Carlos Andrade Marín, del
IESS, coincide en que el virus ha mutado pero afortunadamente no es más
agresivo.
El problema -dice- radica en la defensa del organismo. Según estudios
científicos, hay personas con una mutación genética que producen respuestas
inmunitarias exageradas. “Su organismo se autoataca y provoca cuadros graves de
neumonía o falla orgánica que causan la muerte”.
En sus estudios, la USFQ ha visto que lo común es que el virus se aloje en el
pulmón o en el sistema respiratorio. Pero también en el cerebro, páncreas y
corazón. Puede trasladarse por todo el organismo, confunde a las defensas.
En el país también se han encontrado variantes únicas. Por ejemplo -recuerda el
especialista en microbiología- en el Hospital Quito Sur, del Seguro Social,
hallaron una cepa agresiva entre miembros de una misma familia. Dos de ellos
fallecieron y el resto enfrentó complicaciones graves.
La variante de los casos índices de Quito (ciudadano holandés) y de Galápagos
también han sido consideradas únicas, ya que no se han vuelto a encontrar en
Ecuador. Durante estos casi nueve meses de pandemia también se ha hablado de
las reinfecciones o reactivaciones del virus en una misma persona ya contagiada
meses atrás.
La USFQ reportó en agosto el primer caso en Sudamérica y el cuarto en el mundo.
Se trató de un hombre de Quito que dio positivo en mayo y luego en agosto.
“Fueron dos variantes diferentes del virus”.
Él y su equipo están tras la pista de otros casos. “Estudiamos la reinfección
de una persona en la Amazonía y de otra en Guayaquil. Esta última sería una
reactivación, ya que es la misma variante”. En el segundo contagio de los
analizados, el paciente presentó muchas más complicaciones de salud.
El Instituto Nacional de Investigación en Salud también sigue el rastro del
coronavirus. En octubre registraron la secuenciación de tres genomas, en una
plataforma de investigación internacional. Sus resultados coinciden en que una
de las cepas más comunes en el país proviene de Europa.
Su objetivo, además de conocer mejor al virus, es diseñar y evaluar pruebas de
diagnóstico y posibles tratamientos o vacunas contra el SARS-CoV-2.
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